jueves, 18 de noviembre de 2010




Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

ANTONIO MACHADO

lunes, 6 de septiembre de 2010


Faltaba un día para que acabara la primera semana de prueba, y Ricardito veía que la situación estaba complicada. Así que sentó a Rumbo sobre las baldosas del patio y le dijo:

- Mirá Rumbo, la cosa está difícil. La cuenta del kiosquero está en rojo, los vecinos están enojadísimos con vos, y papá en cualquier momento pierde la paciencia. – el elefante lo miraba con los ojos fijos y la trompa baja. No decía nada, pero escuchaba atentamente las palabras del chico. Cuando Ricardito terminó, se oyó una especie de trueno y de repente, como si se hubiera largado una tormenta le empezaron a caer salpicaduras inmensas de agua salada. Tardó un rato en entender que Rumbo estaba llorando, y más todavía en lograr calmarlo. Le sonó la nariz con una sábana y le contó un cuento para que se durmiera.

martes, 8 de junio de 2010


Este es un mural que hice hace una semana y media en la casa de Alfredo y Ainhoa, para su "renacuajillo" que está a punto de llegar.

miércoles, 19 de mayo de 2010


El cuarto día Rumbo se sintió mejor y Ricardito lo llevó a dar un paseo. En el camino el elefante se puso a jugar con otras mascotas que llevaba un paseador y que se divertían persiguiéndose. Rumbo los persiguió, con tanta mala suerte que los alcanzó. Dos pequineses terminaron como felpudos, conectados a un tubo de oxígeno para re-inflarlos, y un salchicha perdió la cola debajo de la pata de Rumbo.

La primera semana fue dura: Rumbo, que así le había puesto Ricardito, se empachó porque el kiosquero había entendido que el maní debía ser con chocolate. Estuvo tres días tirado en la vereda, porque con el estómago inflamado no entraba por el garage, y además no tenía ánimos para levantarse. Los vecinos protestaron, porque no podían pasar y porque los chicos llegaban tarde a la escuela entretenidos acariciando la barriga de Rumbo.

Inmediatamente hubo junta familiar:

- Vos me dejaste – dijo Ricardito a su mamá mientras acariciaba la trompa que se metía por la ventana-, además está vacunado.

- Pero ¿dónde va a dormir?- preguntó papa.

- En el jardín.

- ¿Y si llueve?- dijo mamá.

- Se mete debajo de la glorieta.

- ¿Cómo vas a alimentarlo- contraatacó el padre.

- Ya encargué cinco kilos diarios de maní en el kiosco.

- Y los vecinos?- preguntó la madre.

- -¿Qué? ¿También quieren maní?

La junta se prolongó dos horas, pero a todas las preguntas Ricardito tenía respuesta y finalmente el elefante se quedó en la casa. A prueba dos semanas.

sábado, 15 de mayo de 2010





...cinco minutos más tarde, Ricardito llevaba su elefante, como si tal cosa, sujeto por una gruesa soga, mientras cruzaba la Avenida SAnta Fe. Algunos se daban la vuelta para mirarlo, otros sencillamente lo ignoraban creyendo que debían aumentar las sesiones de terapia o que habían bebido demasiado la noche anterior...

jueves, 4 de marzo de 2010


Hay un caracol en mi jardín.

lunes, 8 de febrero de 2010


No me he ido. Estoy preparando nuevas ilustraciones, y como son de un tamaño considerable, estoy buscando la manera de "traerlas" con la mejor calidad. De momento dejo a este pajarito aquí y dejo hechas algunas mejoras.